Así crecí cofrademente, con tal simpleza y que ahora se convierten en recuerdos inolvidables. Así me robó el corazón, al compás de mil sabores, memoria en "blanco y negro", blanco como su paso. Ahí va el Señor de la sonrisa!!! le decía a mi padre. Y sin casi quitarle la mirada me fijaba en el racheado de los pies costaleros, y me decía año tras años, yo seré también los pies de El.
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